
Lea bien esta carta, terrorista berenson. Repásela. Resalte las ideas más importantes y las no tan importantes también; y, si hay algo que no entiende o pretende no entender, hágamelo saber y, de inmediato, le hago llegar una traducción en perfecto inglés para que no quede nada en el aire.
Usted, terrorista berenson, no es y no fue una delincuente común ni, mucho menos, una despistada jovencita; por el contrario, usted fue instruida en el seno de un hogar perteneciente a una educada y bien establecida familia de clase media americana, siendo sus padres unos académicos que le proporcionaron el acceso a la universidad y le aseguraron la conclusión de sus altos estudios mediante un “trust fund”. Ese fondo le permitió ir primero a El Salvador, donde se involucró con los guerrilleros cuyos innegables vínculos con el terrorismo internacional no podían ser ajenos a usted y, después, al Perú donde se involucró con el más sanguinario de los grupos mercenario-terroris tas del mundo; vivió en una casa común de delincuentes terroristas en la que, no solo convivía con terroristas, sino que, además, estaba plagada de armas de guerra. Curiosamente esa casa estaba ubicada en un barrio residencial de Lima, por lo que usted disfrutó de todo lo que su retorcida ideología condenaba.
Usted, terrorista berenson, se amancebó con uno de los altos mandos del grupúsculo ese y, además, estableció estrechos vínculos de amistad, pero sobretodo complicidad, con la mujer del numero dos del MRTA, el tal cerpa cartolini, participando conjuntamente en el planeamiento y la logística para, entre otros actos terroristas, tomar nada menos que el Congreso de la República.
Usted, terrorista berenson, fue capturada con las manos en la masa y sentenciada de por vida, como corresponde a una siniestra terrorista que traiciona a su patria o, en su caso, al terruño que la alberga. Pero , gracias a las influencias de sus padres, muchos confundidos y engañados estudiantes americanos y demás gente del mundo académico, que en los Estados Unidos de América tienen un peso especifico político-social tremendo, presionaron y confundieron también a las autoridades de ese país, entre ellos a miembros del Congreso y hasta el mismísimo Presidente, haciéndoles creer, para decirlo en un dicho que usted conoce bien, que caminando como pato y comiendo como pato, era perro, para que ejercieran presión sobre las autoridades peruanas y organismos supra-nacionales. Sin embargo, terrorista berenson, la confusión no fue total porque, felizmente, el perro no defeca como el pato ni el pato ladra como perro–de lo contrario, no se encontraría usted en el Perú ni, mucho menos, habría pasado insignificantes quince años encarcelada- , pues ni la rojísima Corte Interamericana de Derechos Humanos la intentó exculpar. Y si está usted gozando de una semi-libertad (entienda bien, terrorista berenson, de acuerdo con el ordenamiento jurídico peruano, usted no está libre ni tampoco puede vivir cerca a sus víctimas, aunque lo sean solo por un rasguño o un vidrio roto), es por la obnubilación producto de borracheras azules de un entonces presidente peruano.
Usted, terrorista berenson, está pagando todavía una condena que los peruanos pacíficos y decentes rechazamos por diminuta comparada con su participación activa en la desestabilizació n de un país tradicionalmente pacifico. Empero, no deje que sus propios ladridos de pato la confundan, terrorista berenson, porque, si bien el Perú es un país pacífico en el que los peruanos estamos acostumbrados a dar la otra mejilla y, en líneas generales, somos desmemoriados, usted no es una simple delincuente y, ni siquiera, es peruana. El que haya intentado ladrar como perro mientras continuaba caminando, comiendo y defecando como pato, no logró confundir a la mayoría de los peruanos. Además, qué terrorista se ha autoproclamado alguna vez terrorista; todos claman ser revolucionarios, es decir ladran como patos, pero la diferencia entre un revolucionario y un terruco es que los primeros no matan inocentes de manera premeditada y alevosa ni, tampoco, colaboran con quienes sí lo hacen, como usted y sus secuaces lo han hecho) y sepa que su elección de residir en Miraflores es una afrenta contra los vecinos de un distrito que, contrario a las leyendas urbanas, se compone por gente pujante, decente, de buenas costumbres, pacífica, temerosa de Dios y educada (distinga acá, si puede, entre educación e instrucción para que se dé cuenta que lo que ha recibido usted de sus padres es mera instrucción, nunca educación). Los vecinos miraflorinos son, una parte, hijos, nietos y bisnietos de miraflorinos; y, la otra parte, nuevos y bienvenidos ciudadanos que han llegado en busca de las cualidades de esta maravillosa y tradicional ciudad. Miraflores, como su nombre lo indica, huele a flores, pero también a mar, y suena a libertad; es hospitalaria con los turistas de todas partes del mundo; es acogedora y bella; es señorial, tiene raíces y sentimiento; es cuna de cultura y nobleza, hogar de trabajo y amor; es terreno de paz y solaz; es una comunidad organizada y entrañable de saludo y respeto, de lazos imperecederos; es tradicional y moderna, también elegante y artística; Miraflores, terrorista berenson, es en síntesis, todo contra lo que usted ha protestado e intentado destruir. Que usted, además de ladrar, haya aprendido a caminar como perro, no le quita que sigua sonando y oliendo a pato; sigue siendo pato. El pañuelo alrededor de sus hombros tampoco nos confunde.
No! Los miraflorinos no nos vamos a olvidar y, haciendo una excepción a nuestras costumbres y hospitalidad, no la vamos a aceptar. Fuera de acá! No estamos dispuestos a aceptar que se enrarezca el aire que respiramos con la presencia de una indeseable terruca; y, le aconsejo que se cambie de nombre porque, como le repito, no la vamos a olvidar. En ese sentido, nosotros le vamos a contar la historia a nuestros hijos, a quienes vamos a inculcar que, a su vez, se la cuenten a nuestros nietos, así que, por el bien de su inocente hijo, cambiese de nombre, que contra él no tenemos nada -siempre y cuando no siga su despreciable ejemplo-. Los miraflorinos vamos a enviar cartas a nuestro Alcalde, congresistas y Presidente para exigirles que la expulsen del país y, también, al presidente Obama, a su secretaria de estado, Hilary Clinton, y a la Corte Suprema de los Estados Unidos para rogarles que la acojan de la manera como ellos soberanamente crean conveniente. Es más, haciendo votos para que, cuando usted llegue al país que la vio nacer, declaren nulo los juicios que se le siguieron en el Perú. Solo que con el propósito de que la vuelvan a juzgar en las cortes americanas que, llegado el momento, le computaran los anos que usted ha pasado en prisiones peruanas para reducir la sentencia que le impondrán allá y pase usted el resto de su vida pagando las sentencias consecutivas que, a diferencia del Perú, en los Estados Unidos de América se suelen imponer a indeseables como usted, que ni siquiera ha manifestado una gota de arrepentimiento ni ha pedido perdón. He ahí la diferencia más saltante entre el pato y el perro!
Qué diferente hubiera sido si usted, aun cuando simulado, hubiera declarado que estaba arrepentida; o que pedía disculpas; o que fue una muchachita inocente que no se estaba dando cuenta de los alcances de sus actos terroristas; y, luego, agregado que deplora al terrorismo. Pero no, usted no ha cambiado ni un ápice, terrorista berenson!
Usted, terrorista berenson, no es y no fue una delincuente común ni, mucho menos, una despistada jovencita; por el contrario, usted fue instruida en el seno de un hogar perteneciente a una educada y bien establecida familia de clase media americana, siendo sus padres unos académicos que le proporcionaron el acceso a la universidad y le aseguraron la conclusión de sus altos estudios mediante un “trust fund”. Ese fondo le permitió ir primero a El Salvador, donde se involucró con los guerrilleros cuyos innegables vínculos con el terrorismo internacional no podían ser ajenos a usted y, después, al Perú donde se involucró con el más sanguinario de los grupos mercenario-terroris tas del mundo; vivió en una casa común de delincuentes terroristas en la que, no solo convivía con terroristas, sino que, además, estaba plagada de armas de guerra. Curiosamente esa casa estaba ubicada en un barrio residencial de Lima, por lo que usted disfrutó de todo lo que su retorcida ideología condenaba.
Usted, terrorista berenson, se amancebó con uno de los altos mandos del grupúsculo ese y, además, estableció estrechos vínculos de amistad, pero sobretodo complicidad, con la mujer del numero dos del MRTA, el tal cerpa cartolini, participando conjuntamente en el planeamiento y la logística para, entre otros actos terroristas, tomar nada menos que el Congreso de la República.
Usted, terrorista berenson, fue capturada con las manos en la masa y sentenciada de por vida, como corresponde a una siniestra terrorista que traiciona a su patria o, en su caso, al terruño que la alberga. Pero , gracias a las influencias de sus padres, muchos confundidos y engañados estudiantes americanos y demás gente del mundo académico, que en los Estados Unidos de América tienen un peso especifico político-social tremendo, presionaron y confundieron también a las autoridades de ese país, entre ellos a miembros del Congreso y hasta el mismísimo Presidente, haciéndoles creer, para decirlo en un dicho que usted conoce bien, que caminando como pato y comiendo como pato, era perro, para que ejercieran presión sobre las autoridades peruanas y organismos supra-nacionales. Sin embargo, terrorista berenson, la confusión no fue total porque, felizmente, el perro no defeca como el pato ni el pato ladra como perro–de lo contrario, no se encontraría usted en el Perú ni, mucho menos, habría pasado insignificantes quince años encarcelada- , pues ni la rojísima Corte Interamericana de Derechos Humanos la intentó exculpar. Y si está usted gozando de una semi-libertad (entienda bien, terrorista berenson, de acuerdo con el ordenamiento jurídico peruano, usted no está libre ni tampoco puede vivir cerca a sus víctimas, aunque lo sean solo por un rasguño o un vidrio roto), es por la obnubilación producto de borracheras azules de un entonces presidente peruano.
Usted, terrorista berenson, está pagando todavía una condena que los peruanos pacíficos y decentes rechazamos por diminuta comparada con su participación activa en la desestabilizació n de un país tradicionalmente pacifico. Empero, no deje que sus propios ladridos de pato la confundan, terrorista berenson, porque, si bien el Perú es un país pacífico en el que los peruanos estamos acostumbrados a dar la otra mejilla y, en líneas generales, somos desmemoriados, usted no es una simple delincuente y, ni siquiera, es peruana. El que haya intentado ladrar como perro mientras continuaba caminando, comiendo y defecando como pato, no logró confundir a la mayoría de los peruanos. Además, qué terrorista se ha autoproclamado alguna vez terrorista; todos claman ser revolucionarios, es decir ladran como patos, pero la diferencia entre un revolucionario y un terruco es que los primeros no matan inocentes de manera premeditada y alevosa ni, tampoco, colaboran con quienes sí lo hacen, como usted y sus secuaces lo han hecho) y sepa que su elección de residir en Miraflores es una afrenta contra los vecinos de un distrito que, contrario a las leyendas urbanas, se compone por gente pujante, decente, de buenas costumbres, pacífica, temerosa de Dios y educada (distinga acá, si puede, entre educación e instrucción para que se dé cuenta que lo que ha recibido usted de sus padres es mera instrucción, nunca educación). Los vecinos miraflorinos son, una parte, hijos, nietos y bisnietos de miraflorinos; y, la otra parte, nuevos y bienvenidos ciudadanos que han llegado en busca de las cualidades de esta maravillosa y tradicional ciudad. Miraflores, como su nombre lo indica, huele a flores, pero también a mar, y suena a libertad; es hospitalaria con los turistas de todas partes del mundo; es acogedora y bella; es señorial, tiene raíces y sentimiento; es cuna de cultura y nobleza, hogar de trabajo y amor; es terreno de paz y solaz; es una comunidad organizada y entrañable de saludo y respeto, de lazos imperecederos; es tradicional y moderna, también elegante y artística; Miraflores, terrorista berenson, es en síntesis, todo contra lo que usted ha protestado e intentado destruir. Que usted, además de ladrar, haya aprendido a caminar como perro, no le quita que sigua sonando y oliendo a pato; sigue siendo pato. El pañuelo alrededor de sus hombros tampoco nos confunde.
No! Los miraflorinos no nos vamos a olvidar y, haciendo una excepción a nuestras costumbres y hospitalidad, no la vamos a aceptar. Fuera de acá! No estamos dispuestos a aceptar que se enrarezca el aire que respiramos con la presencia de una indeseable terruca; y, le aconsejo que se cambie de nombre porque, como le repito, no la vamos a olvidar. En ese sentido, nosotros le vamos a contar la historia a nuestros hijos, a quienes vamos a inculcar que, a su vez, se la cuenten a nuestros nietos, así que, por el bien de su inocente hijo, cambiese de nombre, que contra él no tenemos nada -siempre y cuando no siga su despreciable ejemplo-. Los miraflorinos vamos a enviar cartas a nuestro Alcalde, congresistas y Presidente para exigirles que la expulsen del país y, también, al presidente Obama, a su secretaria de estado, Hilary Clinton, y a la Corte Suprema de los Estados Unidos para rogarles que la acojan de la manera como ellos soberanamente crean conveniente. Es más, haciendo votos para que, cuando usted llegue al país que la vio nacer, declaren nulo los juicios que se le siguieron en el Perú. Solo que con el propósito de que la vuelvan a juzgar en las cortes americanas que, llegado el momento, le computaran los anos que usted ha pasado en prisiones peruanas para reducir la sentencia que le impondrán allá y pase usted el resto de su vida pagando las sentencias consecutivas que, a diferencia del Perú, en los Estados Unidos de América se suelen imponer a indeseables como usted, que ni siquiera ha manifestado una gota de arrepentimiento ni ha pedido perdón. He ahí la diferencia más saltante entre el pato y el perro!
Qué diferente hubiera sido si usted, aun cuando simulado, hubiera declarado que estaba arrepentida; o que pedía disculpas; o que fue una muchachita inocente que no se estaba dando cuenta de los alcances de sus actos terroristas; y, luego, agregado que deplora al terrorismo. Pero no, usted no ha cambiado ni un ápice, terrorista berenson!
No hay comentarios:
Publicar un comentario