martes, 18 de agosto de 2009

ANTIGESTION Y LA HIJA DEL LADRON

La antigestión
Por: Mariella Balbi
Hace un año, para el “aniversario” del terremoto que devastó al sur chico, un funcionario público se indignó al escuchar el testimonio ante cámaras de varios pobladores de Pisco informando que en el lugar donde estaban se había puesto en dos oportunidades la primera piedra del hospital.
La imagen era contundente, no había nada de nada, solo desolación. Con tolerancia se podía pensar que en un año no iba a ser posible poner a punto una ciudad destruida. Trescientos sesenta y cinco días después es mínimo lo que se ha avanzado. La mitad de la población no tiene luz, ni pensar en alumbrado público, y son poquísimos los que cuentan con agua y desagüe. O sea Pisco es una gran letrina.
Sorprenden varias cosas, entre ellas que la prensa solo se ocupe de esta apabullante realidad en cada “aniversario”, pero la misma actitud pasiva la tienen los habitantes de la zona, quienes podrían organizarse para señalar el poco avance de las obras.
Sin duda, es al gobierno aprista a quien el asunto le estalla en la cara aunque siempre tendrá una justificación, como la del congresista oficialista que dijo que eran muchas casas, ergo imposible reconstruir en dos años.
Queda clarísimo que este régimen, como en su primer período, carece de capacidad de gestión, sinceramente esta es nula. Muy orondo (el Gobierno) piensa que publicitando en los medios sus obras impresionará a la gente. El autombombo incluye una discutible condonación al Banco de Materiales, el mismo que cometió irregularidades en la zona del terremoto , de las cuales aún contraloría nada dice. La pregunta de qué hacen los ministros en sus despachos está por resolverse.
Se ha edificado la mitad de los colegios necesarios, ¿por qué no todos? Sabido es que dinero hay, pero el seguimiento a acciones urgentes como las que requiere el sur chico no se da. Si dedicaran una hora diaria a ver cómo avanzan los hospitales de Ica, de Pisco, Chincha, el agua, la luz y tantas otras urgencias, podrían comunicarse con el gobierno regional. O zamaquear a la burocracia del MEF, de la PCM.
Pero el Gobierno no saca lecciones de sus errores, los tapa y se defiende con publicidad estatal. Lo mismo pasa en el VRAE, militares y policías cumplen su labor en condiciones adversas. Pero para un alcalde de esos lares conseguir un maestro es un acto heroico, tener luz un arcano difícil de alcanzar. Ni qué decir de los programas sociales. Hay plata pero no gobierno.
La hija del ladrón
Por: César Hildebrandt
El Perú tiene varias marcas mundiales en su haber.La marca mundial del narcisismo idiota –categoría pecho y espalda, nado sincronizado, estilo mariposa-, por ejemplo. Narcisismo idiota que se expresa en la frase “Dios es peruano”, o en la creencia de que nuestra comida es insuperable, nuestros paisajes son únicos y nuestro folclore no tiene pares.Los peruanos somos como los brasileños. Lo único que nos diferencia es que no hemos ganado cinco veces el campeonato mundial de fútbol ni hemos tenido a Ayrton Senna –para no hablar de la industria aeronáutica brasileña, del tamaño de su PBI y de las cualidades humanas y éticas de Lula-.Lo curioso es que si un observador imparcial llegara a estas tierras y preguntara a la gente –la gente de este gran pueblo que se supone que somos- por quién votaría en las próximas elecciones, 22 por ciento de los que contestaran dirían: “Keiko Fujimori”. Y entonces ese observador se caería de espaldas.Porque Keiko Fujimori Higuchi es hija del delincuente convicto Alberto Fujimori Fujimori -alias Kenya Fujimori, alias Presidente de la República, alias Pacificador y alias Su Excelencia-, merecedor de tres condenas que suman 38 años de carcelería efectiva.Este ladrón que robaba en sacos, este asesino que empleaba armas del Estado, este peruano que se hizo japonés para eludir la justicia, este japonés que fingió ser peruano para gobernar, este cónyuge que encerró a su cónyuge cuando ésta lo denunció por robar donaciones japonesas, este resumen de todas las taras yakuzo-peruvianas que uno puede imaginar, es el padre de quien se perfila como la próxima mandataria de la nación (así, todo con minúsculas).Y no es que la señora Keiko haya huido de su ADN ni de la maldición de la herencia. Porque la señorita Keiko estudió en Boston con dinero robado por su padre, felonía que ejecutaba Vladimiro Montesinos pero que mandaba hacer el propio Alberto Fujimori.Y eso sería una mancha muy fea en cualquier país donde la decencia fuera un requisito para entrar a política.No es una mancha, sin embargo, en el Perú. Porque en este país, de aparente enorme ego, se tolera todo.Se tolera, por ejemplo, que el programa político de la señora Keiko se resuma en este grito clanesco: “¡indulto para mi papá!” (con lo que el Perú no tendrá una presidenta sino una alcaide y seremos, por fin, lo que Saravá siempre soñó que fuéramos: un vasto Lurigancho).Porque si Dios es peruano, como dicen los huachafos, entonces Satanás también pasó por la Reniec.

No hay comentarios: